Queriendo entenderlo, se dividió el todo en partes,
luego las partes en pequeñas piezas,
después las piezas en fragmentos,
y más tarde estos fragmentos en partículas...
Al final de la jornada, de tanto desarmar y segmentar,
no había quien recompusiera el todo.
Jamás se había visto uno desorden tan grande.
Así que continuaron subdiviendo el todo, indefinidamente,
y que cada quien se arreglase como pueda.
Está claro, una vez más, me refiero a la palabra.
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Pintura inspirada en Ono no Komachi, poetiza japonesa del período Heian.
Trabajo en acrílico combinado con telas. Abril 2010.